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Tres “cruces” que cargan las mujeres cubanas

Foto: Cuba Noticias 360

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Cuando el 23 de agosto de 1960 la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) comenzó a revertir los cánones al uso de cómo debían ser y comportarse las féminas —hasta ese entonces y salvo raras excepciones, relegadas a un segundo plano—, parecía que le había llegado la hora al llamado “machismo histórico” cubano.

De aquella efervescencia aún queda el recuerdo, magnificado por la nostalgia, del entusiasmo con que las muchachas de los 60 se atrevieron a desafiar las convenciones sociales, brincaron las talanqueras que las recluían puertas adentro y se montaron en el carro de las transformaciones.

Sin embargo, una vez conquistadas algunas reivindicaciones de género, la FMC se ha mantenido durante décadas en un limbo preocupante, no solo porque se ha enquistado en el discurso de los logros obtenidos; sino, sobre todo, porque tal postura la inhabilita para reconocer lo que piden a gritos las mujeres de la Cuba contemporánea.

Bastaría con que las dirigentes y funcionarias de la organización salieran de reuniones y oficinas para constatar los problemas que ahora mismo echan por tierra el famoso Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM) que desde hace algunos años intenta “generar igualdad” en una isla con profundas inequidades.

Aunque se propone tácitamente “promover el avance de las mujeres y la igualdad de derechos, oportunidades y posibilidades, refrendados en la Constitución de la República de Cuba, así como profundizar en los factores objetivos y subjetivos que, como expresiones de discriminación, persisten en la sociedad cubana y obstaculizan un mayor resultado en lo económico, político, social y familiar, con el fin de eliminarlos”, el PAM no ha conseguido revertir el alarmante escenario al que se enfrentan las féminas, en el que sobresalen tres preocupaciones elementales.  

1. Aumento de la violencia de género: El discurso oficial se niega a emplear el término “feminicidio” y suele sustituirlo por “femicidio” o por la frase “crimen pasional”, pero lo cierto es que en los últimos años han ido en aumento los reportes de casos en los que se ejerce violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, no pocos de los cuales terminan en asesinato o en homicidio.

La propia dirección de la FMC y otras instituciones han reconocido el incremento de las estadísticas, aunque sus reportes difieren de las cifras esbozadas por laboratorios independientes que vienen reportando y documentando los casos, que como tendencia tienen lugar en áreas rurales, entre poblaciones vulnerables económicamente o en ambientes marginalizados.

Hasta el presidente cubano Miguel Díaz-Canel debió admitir en marzo pasado que en el país se triplicaron las condenas por asesinatos machistas en 2023 con respecto a 2022 y que los casos de violencia de género “aparecen con lamentable frecuencia”.

2. Falta de garantías para el parto respetuoso: Invisibilizada durante años, la violencia obstétrica que se ejerce en Cuba llegó a planos estelares gracias a la publicación de estudios independientes que recopilan cientos de testimonios de malas prácticas y proponen abrazar el llamado parto respetuoso, una deuda pendiente aún en el sistema de Salud de la isla.

El maltrato a las madres en el parto, que va desde las prácticas médicas invasivas hasta el abuso verbal y las burlas, está tan normalizado en Cuba que no hay que investigar demasiado para encontrar relatos escalofriantes de mujeres en los servicios de obstetricia del país.

Al desestimar el parto como proceso natural que transcurre por sí solo con intervención y mediación de las hormonas endógenas y el control de los centros neuronales involucrados, los protocolos que el Ministerio de Salud Pública mantienen vigentes medicalizan e instrumentalizan el parto al punto de convertirlo en un momento traumático.

Recientemente, la prensa nacional informó que tres hospitales comenzaron a aplicar una guía de actuación para la atención al parto respetuoso, pero poco más se sabe de sus resultados, con lo cual la violencia obstétrica sigue campeando por su respeto y está muy lejos de ser superada.

3. Precariedad económica que afecta con más severidad a las mujeres: Como ya había demostrado el Período Especial de los 90, las crisis también discriminan por género. En la Cuba de hoy se han reducido drásticamente las prestaciones de la asistencia social para adultos mayores y madres cuidadoras de hijos con discapacidad, tarea que recae casi siempre sobre las mujeres. De igual modo, son ellas las que más se resienten cuando aumenta el costo de la vida y los ingresos bajan, pues cada variable les añade nuevos niveles de precariedad al intentar conciliar las labores remuneradas y las domésticas, una cruz de la que todavía ningún Programa de Adelanto ha podido librarlas.

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