Fotos: RL Hevia
Texto: Fede Gayardo
La popular Feria de La Rampa regresa a su tradicional emplazamiento en plena calle 23 del Vedado habanero aunque esta vez sus oferta parece haber sufrido un “cambio de imagen”.
Un reporte del medio no estatal 14ymedio indica que aunque los vendedores volvieron a instalarse entre las calles M y N, ahora las habituales artesanías que antes se vendían se unen a las “falsificaciones chinas de baja calidad”.
Este espacio fue durante muchos años un sitio de interés para los turistas que buscaban souvenir, pero ahora la disminución de visitantes extranjeros ha reorientado la atención hacia el comprador cubano.
El relanzamiento de la Feria de La Rampa se presenta con un aire renovado que recuerda más a una tienda de productos importados que a un espacio de confecciones locales. Así, recuerda el citado medio, junto a las clásicas maracas, las tallas de cedro que ilustran a una pareja de ancianos listos para bailar un danzón y los tradicionales collares de semillas, han comenzado a predominar también artículos importados, objetos de uso diario y productos de aseo.
En uno de los puestos, por ejemplo, se ofrecen relojes que replican el estilo de los de la firma Casio, valorados en 3 000 CUP. Sobre el mismo mantel se exhibían desde cortauñas e hisopos de algodón hasta peines, cremas para la piel y una mascarilla facial que promete dejar el rostro fresco y limpio. Con tanta variedad, el puesto “se parece cada día más a las candongas ubicadas en barrios menos glamurosos pero muy populares, como La Cuevita”.
Fundada en 1993, esta feria fue un espacio vigilado por los inspectores donde únicamente se podía comerciar con productos de fabricación nacional. Así, los clientes podían acceder a zapatos de cuero, tejidos de punto, tallas en madera y una infinidad de recuerdos para los de fuera de la isla.
Durante la última década estas restricciones se han flexibilizado, permitiendo que una gran parte del espacio se inunde de mercancías importadas de baja calidad. Además, el aspecto del sitio también ha cambiado visualmente.
Ahora, “en el mercado callejero el blanco es el color de las sombrillas protectoras, de los puloveres que llevan los comerciantes y de los manteles con los que cubren sus mesas”, describe el reporte.
Junto a “la irrupción de baratijas de plástico y de relojes que imitan marcas caras”, aún quedan puestos de venta que ofrecen productos artesanales cubanos. como bolsos de cuero, calzado, orfebrería y ropa que oscilan entre los 4 000 o 6 000 CUP.
Los clientes pueden realizar sus pagos en efectivo o mediante transferencias electrónicas, siendo obligatorio exhibir en cada puesto el código QR correspondiente para estas operaciones. No obstante, en el caso de los extranjeros pueden pagar en dólares o euros en efectivo, para lo cual se les aplica el tipo de cambio informal.
Algunos clientes que han asistido a esta emblemática feria refirieron a Cuba Noticias 360 que a pesar de que la oferta sigue siendo poca y cara, al menos es uno espacio donde se pueden encontrar algunos productos que escasean en las tiendas estatales. Asimismo, agradecen que vuelva “el movimiento” a esta zona habanera y no solo con opciones para los extranjeros que visitan la isla.
