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Pepín el obrero: un legado que no debe morir

Fotos: Pepín el Obrero

Texto: Fede Gayardo

Este lunes el mundo celebraba el Día Mundial de la Fotografía y Cuba despedía a uno de los grandes del lente. Qué triste coincidencia, pero que bonito homenaje a uno de sus creadores más queridos.

José Antonio Medina, ‘Pepín el obrero’ para toda la isla, dijo adiós dejando tras de sí una estela fotográfica inconmensurable. Con su cámara y con un intenso trabajo desde muy joven, dedicó su vida a plasmar en imágenes los más importantes sucesos culturales de la isla.

Pepín será recordado en todo el país…en La Habana, en Holguín, en su Tacámara natal y en su adoptiva Santiago de Cuba. Fuera de la isla le llegarán también los homenajes porque fue un hombre que se dejó querer y quiso bien.

Silvio Rodríguez y Omara Portuondo
Silvio Rodríguez y Omara Portuondo

El teatro Karl Marx fue su casa por más de 30 años, “para mí prácticamente la mitad de mi vida”, como bien dijo en conversaciones con Cuba Noticia 360, medio del que fuera uno de sus más antiguos y constantes colaboradores.

Fue gracias a su trabajo en el “Teatro de los grandes acontecimientos” que Pepín no solo fue testigo de los más grandes eventos culturales, sino que dejó muestra de ello en imágenes y que conoció a múltiples figuras nacionales e internacionales que admiran su obra.

Joan Manuel Serrat, Fito Páez, Juanes, Joaquín Sabina, Geraldine Chaplin, Víctor Manuel, Johny Ventura, Pancho Céspedes, Leo Brouwer, Danny Rivera, Ana Belén, Benicio del Toro, Silvio Rodríguez, Paco de Lucía, Rosario Cárdenas, Omara Portuondo, Juan Formell, Frank Fernández, Pablo Milanés y Rosita Fornés, entre muchísimos otros, integran una interminable lista de personalidades que pasaron a través de su lente para quedar por siempre en esa gran fotografía de país que Pepín legó.

Este artista dejó el alma, aprovechó la luz, supo sacar imágenes únicas, pero sobre todo, vivió sus años con amor y entrega a una profesión que para él era la vida misma.

A Pepín le agregó “el obrero” porque un día mientras revisaba su expediente laboral en el teatro Karl Marx notó que esa era la plaza que le habían asignado: ‘obrero no calificado’. Esa es la ocupación que tenía en el teatro.

No obstante, hablando con la revista Fullframe, aseguró que se sentía orgullo de ello porque “este ‘carga palos’ trabajó con lo que más vale y brilla de la cultura y muchos artistas cuentan conmigo para hacer sus fotos. No es un apodo usual, pero eso soy yo, un simple obrero, ¿y por qué no?, soy un obrero de la cultura”.

Según contó, él era el único allí que estaba graduado de primer nivel como director de escena, pero a pesar de las recomendaciones y documentos que acreditaban sus estudios, no existía esa plaza en el teatro. Pepín tenía cartas de la directora de escena del Royal Ballet y de otras instituciones extranjeras, y por si fuera poco, también de los mejores coreógrafos y directores cubanos, como Santiago Alfonso. 

Su obra no se redujo a la foto fija, sino que colaboró además con algunos de los más importantes realizadores de videoclips de la isla. Aunque Pepín hizo el making de fotografía de varios de esos materiales, el teatro significó demasiado para este “Rey de la oscuridad”.

“El problema es que como yo convivo en el teatro, hago fotos desde donde nadie las puede hacer. Ningún fotógrafo que va de fuera al Karl Marx tiene la posibilidad de hacer las fotos que yo hago porque yo las hago desde los lugares más inhóspitos o del techo, a 14 metros de altura”, dijo Pepín a Cuba Noticias 360.

Pepín tenía un arsenal de imágenes único e incalculable. En su casa apenas había espacio para algo más, las paredes estaban repletas de fotos. Ese era también su templo…el espacio donde atesoraba todos esos momentos únicos que durante más de 30 años le regalaron su pasión y el obturador de su cámara.

Sin decir adiós, porque las imágenes no se van nunca, Cuba despidió a José Antonio Medina Pérez y se queda con la satisfacción de una isla que tuvo y tendrá a Pepín, el hombre de luces y sombras, el dueño de las instantáneas de los grandes en escena y, sobre todo, el obrero de una cultura que deberá rendirle homenaje hoy y siempre.

1 COMENTARIO

  1. Fuimos compañeros por casi 30 años, su calidad humana tan grande como su trabajo fotográfico. Como buen «carga palos» como una vez le dijeron, hacia magias en la escena, no importaba la hora ni donde había que fundir una placa, o reparar una pared, o ayudar en una mudanza, siempre ahí como la gran familia que es el teatro Karl Marx.
    Su trabajo en fotografía aunque tarde, dejo una impronta y narra la historia de ese ligar. Su gran sueño siempre fue que sus fotos fueran expuestas en el lobby de lo que fue su segunda casa por más de 40 años el Karl Marx, no logró verlo, pero los que convivimos con él sabemos cuánto se esforzó, luchó y se superó a pesar de los reverses. La mano de Silvio Rodríguez fue importante para él, lo liberó de ataduras y le abrió un horizonte que aunque truncado de forma inesperada supo aprovechar muy bien.
    Gracias por este homenaje a uno de los nuestros, gracias en nombre de su gran familia del teatro Karl Marx

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