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Amigurumis en Cuba: ¿están de moda los muñecos tejidos?

Foto: Shutterstock

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Junto a los peluches clásicos y los juguetes llamados “de fábrica”, han comenzado a colarse en los hogares cubanos los amigurumis, esos muñecos tejidos a mano mediante técnicas de crochet que provienen de la tradición japonesa, pero se han aplatanado perfectamente en esta isla del Caribe.

Por lo general con formas de animales, los amigurumis son peluches de apego. La palabra es un acrónimo de dos términos nipones: “ami”, que significa tejido; y “nuigurumi”, muñeco de peluche. Para la cultura japonesa, esta figura artesanal posee un alma que acompaña y consuela al niño al que pertenece y se convierte en su confidente de por vida. En Cuba, no obstante, esa filosofía esotérica no ha calado tanto como las originales criaturas de estambre.

Basta entrar a los sitios de clasificados como Revolico o PorLaLivre, y a los grupos de compraventa en las redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea para constatar la amplia producción de amigurumis que actualmente se desarrolla en Cuba y los elevados precios a los que se cotizan estos sui géneris muñecos, casi siempre de pequeño formato.

Se han multiplicado, igualmente, los emprendimientos y tejedores individuales que, ya sea gracias a tutoriales de YouTube o a cursos presenciales, vienen perfeccionando sus habilidades y dedican líneas enteras de producción a los exitosos amigurumis, que parecieran estar de moda ahora mismo en casi todo el país, aunque es en La Habana y Santiago de Cuba donde se percibe un movimiento más pujante.

Artesanas que dominan esta técnica, como Karla Dedieu, líder de Chulita Teje, prefieren ser cautelosas: “No me atrevería a hablar de un movimiento de amigurumis en Cuba, pero sí es una tendencia bastante fuerte este tipo de muñequería; no obstante, eso es lo que me dice la percepción, no tengo datos que sustenten esta teoría —aclaró en una reciente entrevista—. Es una técnica muy compleja, muy difícil, lleva mucho tiempo para obtener experticia. Siempre digo que es algo aparte, porque debes aprender a concebir el tejido no en dos, sino en tres dimensiones”.

Por lo general, los amigurumis se confeccionan en lana o hilo de algodón y varían de grosor, color, textura y composición. Para tejerlos, se utilizan agujas de crochet o ganchillo, y para el relleno se emplea una fibra siliconada antialérgica muy suave y ligera, aunque este último material brilla por su ausencia en Cuba.

En la dificultad en el acceso a la materia prima coinciden casi todas las tejedoras, que no suelen encontrar un mercado estable para lo que necesitan: ojitos de seguridad, relleno de algodón sintético para que el muñeco quede uniforme, acrílico, estambre, chenille…

“La mayor parte de la materia prima que tengo es regalada o favores que me hacen amigos o familiares que tengo en el exterior que me envían algunos ovillos al mes, o acudiendo al mercado informal, a precios altísimos”, reveló la joven artesana Ana Carla Jiménez.

Para poner pequeños parches en el problema de las materias primas y hasta para compartir patrones, noticias del mundo del amigurumi o simplemente para exponer las obras terminadas que puedan servir de referencia, pululan también los espacios virtuales y reales de confluencia entre los propios creadores —casi siempre mujeres—, que han formado una suerte de cofradía, inspirados sobre todo en esa gratificante sensación de terminar un muñeco y entregárselo al niño.

“Me llega al alma cuando un bebé duerme con un muñeco mío —concluyó Ana Carla—, son muñecos únicos, con los que van a crecer los pequeños, muchos serán su primer juguete. Me satisface saber que me desprendo de ellos, pero que van a hogares donde serán muy útiles”.

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