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¿Cuál es el único pueblo cubano que se coló en el ranking de los 60 más encantadores del mundo?

Foto: Giovel Miguel | Shutterstock

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Aunque las diferencias teóricas entre los conceptos de “pueblo” y “ciudad” están bien delimitadas por parámetros como extensión territorial, densidad de población o importancia socio-administrativa, resulta común que ambos términos se empleen indistintamente, sobre todo si se trata de describir los lugares más pintorescos del mundo.

Tal es el caso de los rankings mundiales, generalmente elaborados por revistas dedicadas a la promoción del turismo o por viajeros impenitentes, por lo cual estos listados suelen venir con el “pecado original” de la subjetividad de quien o quienes lo conciben.

En uno de ellos, recientemente publicado en medios de Europa, los expertos seleccionaron los 60 pueblos más encantadores del orbe, atendiendo en lo fundamental a su arquitectura, estado de conservación y vida cultural.

Desde antiguas ciudadelas surgidas en la Edad Media, aldeas mineras de América del Sur, hasta poblados nevados para esquiar, integraron la lista 60 preciosas ciudades pequeñas. En esa elección de los pueblos más atractivos del planeta se coló uno del centro sur de Cuba: la zona más antigua de Trinidad, uno de los parajes coloniales mejor conservados de Latinoamérica.

Su arquitectura colorida, calles empedradas, historia fascinante y vibrante vida cultural ya habían sido reconocidas por la Unesco, que en 1988 le confirió la categoría de Patrimonio de la Humanidad.

Fundada en 1514 por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar, Trinidad floreció durante los siglos XVIII y XIX gracias al auge de la industria azucarera. Al pasear por sus calles, los turistas admiran las magníficas casonas con balcones de hierro forjado, patios interiores con jardines exuberantes y techos de tejas que evocan la grandeza de antaño, con lo cual pareciera que la ciudad ha quedado suspendida en el tiempo.

Uno de sus puntos más emblemáticos es la Plaza Mayor, rodeada de elegantes mansiones como los palacios Brunet y Cantero, ambos convertidos en museos. La Iglesia de la Santísima Trinidad, con su sobria fachada y valiosas obras de arte religioso, añade un toque de solemnidad al paisaje urbano.

Más allá de su imponente arquitectura, Trinidad es un hervidero cultural. La música y el baile forman parte del ADN del lugareño, y ningún visitante debería perderse una noche en la Casa de la Música, donde se disfruta de presentaciones en vivo de son, salsa y trova en un ambiente acogedor.

La artesanía también es un reflejo de la identidad local. En los mercados y talleres se multiplican como por ensalmo los tejidos de encaje hechos a mano, cerámica tradicional y esculturas en madera, obras elaboradas por artesanos que han heredado sus habilidades de generaciones anteriores.

Trinidad de Cuba no es solo un pueblo encantador; es un viaje a través del tiempo, un rincón donde la historia se respira entre las callejuelas sinuosas y donde la cubanía está a flor de piel.

Aunque no se hubiera colado en ranking alguno, Trinidad merece por derecho propio su lugar de privilegio entre los destinos turísticos más icónicos del Caribe.

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