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Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Las imponentes mansiones del centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad, las calles empedradas y los numerosos museos configuran la peculiar fisonomía de Trinidad, una imagen que recorre el mundo y funciona como un gancho infalible para el turismo internacional. No por gusto la tercera villa de Cuba se ganó el título de Ciudad Museo del Caribe.
Sin embargo, desde hace algunos años los expertos vienen alertando sobre una situación que parece haber tocado fondo en medio de la crisis generalizada que vive Cuba: la falta de recursos y, por consiguiente, la ausencia de planes de reparación y mantenimientos sistemáticos han derivado en problemas constructivos que amenazan el patrimonio erigido de la ciudad, particularmente los museos.
De ello dan fe los especialistas trinitarios, acostumbrados a defender sus inmuebles icónicos porque saben que del nivel de conservación de estos sitios dependerá el auge o el declive del turismo, que viene a este recodo del país buscando sol, playa, excursiones monte adentro, pero también el rico patrimonio arquitectónico del que Trinidad presume.
Los antiguos palacios, guardianes de valiosas colecciones, hoy deslucen por el peso de los años y la acumulación del deterioro. En el Museo Municipal de Historia, por ejemplo, las filtraciones amenazan con destruir las pinturas murales que adornan las paredes, y en el Romántico las vigas en mal estado han provocado un peligroso desplazamiento del piso del segundo nivel, además de filtraciones que obligaron a cerrar salas enteras.
Los trabajadores hacen maravillas para disimular el caos, pero con curitas y colorete no se resuelven los graves problemas constructivos que están a punto hacer metástasis en las instituciones culturales de la antiquísima urbe.
En recientes declaraciones a la prensa local, Fernando Díaz Suárez, director de Cultura en Trinidad, admitió la magnitud del problema y también la imposibilidad de contar con fondos para asumir labores que demandan mucho dinero y recursos.
“Se nos aprobaron poco más de 18 millones del presupuesto en el año; 13 millones destinados a salario, a lo que se suman las obligaciones fiscales y otros pagos. Para acciones constructivas solo contamos con 3 millones de pesos, la mitad de ellos se le van a asignar al Museo de Historia”, comentó el funcionario.
Este museo navegó con más suerte que el Romántico, inmueble que, según el directivo, deberá seguir esperando a que aparezca el financiamiento para emprender una reparación cuya magnitud se acrecienta por día.
En semejante estado de gravedad se encuentran la Casa de Cultura, que lleva tres años en espera de los recursos para el arreglo del techo; la Galería de Arte, donde los artistas han costeado algunos de los trabajos, y la torre de Manaca Iznaga, con escalones y pasamanos en mal estado, al punto de poner en riesgo el ascenso a los pisos superiores.
De ridículas han llegado a calificar los especialistas las cifras destinadas al remozamiento de estos edificios en una de las ciudades cubanas más visitadas por el turismo internacional, una compleja realidad que permite entrever la errónea política de recaudación de ingresos que estuvo vigente durante años desde la Dirección Nacional de Monumentos, pues de esas retribuciones los museos de Trinidad nunca pudieron quedarse con nada.
Al decir de Fernando Díaz, aunque las referidas instituciones cuentan actualmente con jurisdicción municipal, hasta el momento no reciben ningún beneficio económico que les permita disponer de los fondos imprescindibles para las labores de conservación preventiva y la compra de insumos.
De ahí que se hayan vuelto habituales las tejas desplazadas por vibraciones y por la contaminación sonora, puertas y ventanas de madera que ya no pueden abrirse, baños en mal estado, patios interiores deslucidos…, un panorama desolador al que los trinitarios no se acostumbran y que han comenzado a denunciar con vehemencia en los más disímiles foros, en redes sociales y hasta en la prensa.