Foto: RL Hevia
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Mientras el mundo avanza hacia la generalización de la 5G, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) recomienda a sus usuarios volver a la 2G, que es como decir a las señales de humo, para efectuar llamadas de urgencia o enviar SMS durante los extensos y frecuentes apagones que, en buena parte de la isla, tumban toda posibilidad de conexión.
Poco importa la calidad del teléfono, del “apagón telefónico” no se salva casi nadie: cuando se va la corriente se convierte en un verdadero vía crucis enviar audios, descargar fotos, navegar por Internet, hacer videollamadas y, en el peor de los casos, hasta utilizar la telefonía fija.
Y es que, tras varios años de desgaste sostenido, en la mayoría de los nodos de Etecsa —de los cuales dependen la telefonía fija, el servicio Nauta Hogar y la conectividad empresarial—, ya las baterías no funcionan y cuando les falta el fluido eléctrico se apagan inmediatamente, por lo que los clientes caen en una especie de zona de silencio.
Esta situación se repite como una copia al carbón en el caso de la red celular porque, según declaraciones de los expertos a los medios provinciales y nacionales, la mayoría de las radiobases no dispone de equipamiento de respaldo.
Etecsa ha buscado algunas alternativas para establecer conexiones más expeditas, pero los elevados niveles de congestión provocan que las comunicaciones fallen o se tornen aún más lentas por la débil o nula cobertura para llamadas de voz y la “muerte neurológica” de la conexión por datos.
Quienes más sufren esta crisis son los usuarios que viven en las zonas periféricas o en comunidades distantes de las ciudades, quienes dependen exclusivamente de las señales de radiobases, porque cuando estas se apagan los celulares solo les sirven para que los niños jueguen.
Aunque se ha beneficiado durante décadas como el monopolio de las telecomunicaciones que en realidad es, Etecsa dice encontrarse atada de pies y manos para resolver esta compleja realidad, porque no dispone de financiamiento en divisa para comprar baterías ni grupos electrógenos que cubran todas las centrales, gabinetes o las propias radiobases.
Lo que pocos comprenden es cómo esta empresa —que cobra un servicio cuya calidad no logra garantizar— ya ha anunciado el cobro en dólares de determinadas prestaciones, una determinación claramente impopular que, por suerte hasta el momento, se mantiene en stand by.
