Cuba en París 2024, día 16: Marín cierra con bronce una actuación olímpica… ¿para el olvido?

Foto: RL Hevia

Texto: Raúl del Pino

La euforia desmedida de Miliamy Marín después de imponerse en el combate por el bronce de los 76 kilogramos invita a ver el vaso medio lleno respecto a la actuación de la delegación cubana en París. La habanera no se creía que había logrado, finalmente, convertirse en medallista olímpica. Lloraba, cargaba a su entrenador Filiberto Delgado y lo apretaba. Abrazaba también a Yusneylis Guzmán, su compañera de equipo y también ganadora de una plata. Daba volteretas por el aire y recorría el colchón agradeciendo a ese público que disfrutaba con su emotiva celebración. 

Marín representa a todos esos cubanos que han sabido apreciar estos Juegos Olímpicos con los pies en la tierra, sabiendo que Cuba ya no es la potencia de antaño que aterrizaba en cada cita estival con pronósticos ambiciosos y comitivas numerosas. Esas ilusiones, como las de todo el país, se han ido esfumando con los años, a partir de la poca esperanzadora realidad que viven los millones que quedan en la isla y no han emigrado.

Aunque los directivos del Inder mantuvieron siempre el objetivo de conquistar cinco oros y finalizar entre los 20 primeros del medallero, París 2024 demostró desde el día 1 que soñar no cuesta nada, pero los despertares suelen ser duros. Si hacemos una valoración general, solo el gran Mijaín cumplió su encomienda, por mucho que algunos dudasen del Gigante de Herradura. Existieron otras sorpresas, como siempre. El único título del boxeo en la figura del debutante Erislandy Álvarez es la prueba de ello, como también las dos primeras preseas de la lucha femenina cubana en la historia olímpica.

¿Podemos juzgar a los otros que no cumplieron con el pronóstico que les fijaron sobre sus cabezas? Creo que si para algo deben servir los Juegos de la capital francesa, es para que el exigente público cubano finalmente aprenda a pasar página y disfrutar de las actuaciones de sus deportistas, más allá de metas precompetencia e, incluso, de la bandera que representan.

Porque esa constituye también la otra cara de Cuba en París, la de los 21 atletas que nacieron en el archipiélago, de los cuales casi todos crecieron y se formaron allí, pero luego decidieron marcharse, como millones de sus compatriotas, a encontrar un futuro mejor allende fronteras. Y las ocho medallas que se repartieron entre ellos, en representación de seis países diferentes, casi alcanzan las nueve que conquistó la expedición oficial cubana, pese a triplicarle el número de integrantes.

Por supuesto, siempre existirán los que se empeñen en hacer de esto un diferendo. Los que persistan en enfrentar un bando con otro. La “Cuba Libre” versus la “Cuba Inder”, como les han llamado por ahí. Sin embargo, quisiera pensar que para la inmensa mayoría, esos límites impuestos no importan y que, los que sienten a la isla desde el corazón, se emocionaron tanto con los oros de Mijaín y Erislandy, como con el podio copado de antillanos en el triple salto masculino, aunque ninguna de esos tres metales subieran al cómputo de la delegación.

Los Juegos Olímpicos de París dicen adiós y todavía no hemos caído en la cuenta de que con ellos se despiden también algunas de leyendas del deporte cubano de todos los tiempos. Dentro de cuatro años, en Los Ángeles, no estará Mijaín, como tampoco Idalys Ortiz y Julio César La Cruz. También pudieran ausentarse Arlen López o Leuris Pupo. Entre todos suman 11 de los 22 títulos que Cuba ha celebrado en las últimas cinco citas. Lo más triste no es que falte el relevo para estas estrellas, sino que sus sucesores se marchen del país y lo dejen huérfano para el próximo ciclo. Pero es una realidad que trasciende al deporte y a la vez es espejo de la sociedad.

Cuba concluye su periplo oficialmente en el lugar 32 del medallero, gracias a dos oros, una plata y seis bronces. Una corona más no le hubiera supuesto ninguna diferencia para lograr el objetivo de ubicarse entre los 20 primeros y el resultado estadístico sería el mismo: la actuación más discreta de la isla desde México 1968. En la capital azteca fue la última vez que no se logró ningún oro y, con solo cuatro platas, se terminó en el escaño 31. A partir de del futuro que se vislumbra luego de estos Juegos, ese debe ser el pronóstico real para las expediciones caribeñas bajo los cinco aros, y cualquier desempeño mejor sería motivo de fiesta.

Cubanos en la última jornada olímpica (domingo 11 de agosto)

– Milaymis Marín, lucha femenina (76 kg) La monarca panamericana y centrocaribeña se libró del combate de repechaje debido a una lesión previa de la luchadora que iba a ser su rival en esa instancia, la rumana Catalina Axente. Pero en la disputa de la medalla tenía que derrotar a la número uno del ranking y subcampeona del último mundial, Aiperi Medet, de Kirguistán. Puro trámite para la habanera que se impuso por un convincente 6-0. “Lo disfruto como si fuera un oro. Todos los resultados que he alcanzado han sido con mucho sacrificio. Tengo un entrenador al que yo le digo el Rey Midas, todo lo que toca lo convierte en oro. Gracias a su estrategia y a la forma que me guio durante todo el combate logré mi objetivo”, declaró la deportista de solo 23 años que ya puede añadirle un bronce olímpico a su palmarés.