Campismo Popular de Cuba: lo que un día fue, no será

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Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Recuerdan algunos que de adolescentes uno de los mayores deseos era ir a los Campismos Populares, esos espacios que proporcionaban un sano esparcimiento sin la atenta vigilancia de padres o maestros.

Grupos de amigos, o familias, emprendían el viaje cada verano hasta las pequeñas villas repartidas en diferentes lugares de la isla. El entorno natural hacía su magia y, a pesar de las no siempre excelentes condiciones logísticas, se pasaba muy bien a módicos precios.

El espíritu festivo de los cubanos o quizás las condiciones económicas hicieron que el Campismo Popular fuera una de las mejores opciones recreativas de todos los tiempos, como si de un hotel cinco estrellas se tratase.

La idea de los mismos, lanzada por Fidel Castro, se materializó en 1981 y estuvo enfocada en fomentar el disfrute de la naturaleza en un país con un potencial infinito de espacios recreativos naturales. Fue por eso que se concibieron con modestos alojamientos en casas de campaña o cabañas rústicas, ubicadas cerca de valles, cuevas, elevaciones, bosques, ríos, costas y playas.

Los primeros campismos en abrir sus puertas fueron La Caridad, la Cueva de los Portales, el Salto de los Portales, Cajálbana, El Calvario y Pica Pica, enfocados en un turismo juvenil que pudiera enfrentar las aventuras en un ambiente a veces agreste y difícil, con calor, mosquitos, difícil acceso, mucho sol y poca sombra.

Luego se fueron uniendo los mayores y, debido a la gestión de algunas instituciones, se ofrecieron mejores condiciones con facilidades mínimas para la acampada y recreación de los excursionistas.

Las ubicaciones elegidas deberían reunir ciertas características topográficas, con posibilidades mínimas de acceso, inexistencia de plagas, respeto a las Zonas naturalmente Protegidas, existencia de agua potable y de áreas de baño accesibles en playas o ríos.

Cuando su surgimiento, el plan no tenía como objetivo conseguir ganancias, sino que sólo resultara costeable, es decir, que se cubrieran los gastos con los ingresos de su actividad comercial.

Después de abiertas estas primeras Bases de campismo, la experiencia se extendió a todo el país, superando las 100 instalaciones, algunas de ellas incluso con “lujos” al contar con aire acondicionado, agua fría y caliente y espacios para la gastronomía con diversidad de platos.

Hoy, la experiencia es totalmente diferente, aunque los directivos de la entidad estatal aseguran que se rescatan algunas Bases de Campismo, se mejoran los servicios gastronómicos en las que se encuentran en funcionamiento y se hacen más confortables sus espacios.

No obstante, incluso la prensa estatal ha expuesto en varias ocasiones el lamentable estado en el que se encuentran algunas de estas instalaciones. Dando un breve repaso a los medios, se puede ejemplificar con un caso reflejado en el Periódico 26 de Las Tunas. Se trata del campismo Río Jobabo, cuyas cabañas fueron mostradas totalmente inhabitables y prácticamente en ruinas.

“Explorar el campismo ya no genera la misma alegría; en su lugar, se percibe un sentimiento de abandono, con maleza creciendo sin control y una cerca perimetral a punto de ceder”, señaló el reporte.

A la falta de atención del gobierno, se suma el saqueo de todo lo que resulta reutilizable, tanto por parte de las propias autoridades como de los ciudadanos que han convertido el lugar en “un santuario precario, carente de agua, luz y vida”.

Hace pocas jornadas, un joven youtuber de la isla documentó las condiciones de abandono en que se encuentran otra de estas instalaciones. Esta vez se pudieron ver las imágenes del Campismo Popular de Puerto Escondido a través de un video que mostraba cómo las cabañas se encontraban rodeadas de maleza y totalmente abandonadas.

El tema ha generado gran frustración en muchos cubanos que disfrutaban en otros tiempos de esa oferta recreativa. También se acusa al Estado por no priorizar las inversiones para estos espacios, tan necesarios para algunos ante la falta de opciones y los altísimos precios existentes en el país.

Sobre todo se nota la nostalgia, las ganas de regresar a esos lugares que, sin ser los más confortables, tantos momentos únicos regalaron a muchas generaciones. Parece que por ahora solo queda la resignación y la búsqueda de otras opciones. Sin dudas, los cubanos tienen otros temas más importantes que resolver entre las colas para conseguir alimentos, la falta de electricidad y la búsqueda de alternativas, dentro o fuera de Cuba, para vivir un poco mejor.