Foto: Cuba Noticias 360
Texto: Hugo León
Americano, italiano, brasileño o portugués, ni el origen ni la calidad importan mucho; cuando de café se trata solo es preciso conocer dónde hay y qué precio tiene. Esta es la triste realidad de los cubanos de la Isla, quienes viven en un país internacionalmente reconocido, paradójicamente, por su café, ron y tabaco.
Con una tradición cafetalera de casi 300 años, y tras haber sido uno de los principales productores del grano en el mundo durante el siglo XIX, en la actualidad los cubanos dependen de la importación para poder beber cada día una taza de esta infusión, y eso, los que pueden pagar su precio.
El sector privado, que en los últimos años ha sido el responsable de abastecer a la población de productos de primera necesidad, es quien ha asumido en gran medida el monopolio del café, adquiriendo en mercados extranjeros los más económicos y rentables para su bolsillo.
En un país donde el dólar se adquiere en su gran mayoría en el mercado informal de divisas a una tasa de cambio especulativa (1 dólar= 340 pesos hoy), no es de extrañar entonces que el precio varíe en dependencia de las altas y bajas del dólar y que supere, desde hace algún tiempo, los 1400 pesos cubanos.
Del Café La Llave al café que aparezca
Durante muchos años, desde Miami y Estados Unidos en general los emigrados mandan miles de paquetes de café al año a sus familiares en Cuba. Eso no se ha detenido, pero ya no es solamente el café La Llave el que se puede observar también en las mipymes cubanas.
Motta, Didi, Aroma, El Dorado, Sello Rojo, Morena, Pipo o El Morro son algunas de las marcas que poco a poco se van introduciendo en el mercado nacional, mientras que otras de producción local como el Cubita o el Serrano aparecen esporádicamente, a un notable sobreprecio.
El Estado, mientras tanto, se limita a suministrar pequeñas cantidades en las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC) y a enviar, par de veces al año, una minidosis por consumidor a la red de bodegas del país. Mientras todo esto ocurre, en Revolico los vendedores de café están de fiesta por los elevadísimos precios.
El inicio del fin del café en Cuba
Después de que el Gobierno nacionalizó las plantaciones y promovió la producción de café como parte de un esfuerzo por diversificar la economía, la producción cafetera sufrió enormes cambios en la Isla.
Cuba, que llegó a producir en 1961 más de 60 mil toneladas del grano, a partir de esta fecha fue disminuyendo la producción, y ya para las décadas de los años 70 y 80 el rendimiento promedio fue de poco más de 21 mil toneladas.
Desde los 90 hasta el 2000 el promedio bajó a 16 mil 109 toneladas, mientras que de 2002 al 2011 la producción promedio continuó disminuyendo hasta llegar hasta las 8 mil toneladas.
Para el año 2018 se detuvo el decrecimiento logrando un acopio de 8 mil 220 toneladas de café oro, lo más alto en los últimos 10 años, gracias a la entrada en producción de las áreas renovadas a partir del 2012 como parte del Programa de Desarrollo Cafetalero.
Según una publicación del sitio de la Presidencia, en 2023 la mayoría de las producciones agrícolas y pecuarias no alcanzaron los volúmenes planificados; la demanda de la población, la industria y el consumo social quedó insatisfecha; la contratación de las producciones a campesinos y otros actores económicos estuvo por debajo de lo previsto.
El sistema de la agricultura incumplió siete producciones principales del encargo estatal entre ellas el café, dejándose de obtener 4 mil 667 toneladas.
La meta del desarrollo del café en Cuba es alcanzar las 30 mil toneladas en 2030, de ellas, destinadas al consumo a la población 15 mil toneladas y 7 mil 700 para el mercado interno en cadenas de tiendas y hoteles. El descalabro de la industria cafetalera cubana es tal, que en pleno siglo XXI, el que fuera el mayor productor de café de la región, tendrá que esperar cinco años más para llegar a la mitad de lo que pudo producir hace 70 años.
Candil de la calle, oscuridad de la casa
En un contexto tan adverso, en 2022 el Ministerio de la Agricultura anunció la presentación de cinco cafés especiales, condición que las cataloga como las infusiones más exquisitas y caras del mundo.
Dichos productos fueron evaluados por los catadores extranjeros más calificados del sector y recibieron un puntaje por encima de 85. Este tipo de cata evalúa las características organolépticas de cada variedad (aroma, acidez, amargor, cuerpo y sabor) en una escala de 100 puntos; para ser especial, un café debe superar los 80.
Cuba ya tenía algunos cafés certificados, como el Crystal Mountain, cosechado en las montañas del Escambray, pero no contaba con alguno con la categoría de especial, un producto para mercados bien selectos y con lotes pequeños.
En diciembre de 2023 la primera empresa mixta del Sistema Agroforestal Cubano, BioCuba Caffe S.A., tuvo su lanzamiento, entidad con el encargo de introducir en el país la producción de café orgánico certificado .
Michele Curto, presidente de la Asociación de Intercambio Cultural y Económico con Cuba, aseguró que por cada kilogramo de café que saliera tenía que estar garantizada la misma cantidad para los cubanos.
“Cada vez que vayamos a exportar café, tendremos que asegurar que haya para los cubanos. Mantendremos siempre en el centro a los productores”, afirmó, y nunca pasó.
Lo cierto es que la Isla pasó en apenas unas décadas de la supremacía en el sector a una dependencia externa para garantizar el consumo interno. La tacita de café en el desayuno o después de cenar que ayer era tradición en Cuba cada día amenaza más en convertirse en un privilegio de pocos.
