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¿Cuándo será el próximo cónclave del Vaticano?

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Foto: Simon Roughneen | Shutterstock

Mientras la Iglesia católica queda momentáneamente sin su máxima autoridad espiritual, el mundo dirige su atención al interior de la Capilla Sixtina, donde el Colegio Cardenalicio se prepara para iniciar uno de los rituales más antiguos, reservados y decisivos del catolicismo: el cónclave.

La muerte del papa Francisco a los 88 años no sólo cierra un pontificado marcado por la cercanía, la reforma y los gestos de humildad, también activa una compleja maquinaria eclesiástica que se remonta a siglos de historia. Según el protocolo vaticano, ahora el camarlengo asume temporalmente las funciones administrativas mientras se convoca al Colegio Cardenalicio, cuyos miembros tendrán la misión de elegir al sucesor. Es el inicio del cónclave.

¿Qué es un cónclave?

El cónclave es, en esencia, una elección. Pero no cualquier elección. Se trata de una de las ceremonias más reservadas y cargadas de simbolismo que subsisten en la actualidad. La palabra proviene del latín cum clavis (“con llave”) y no es una metáfora: los cardenales electores quedan literalmente encerrados hasta llegar a un consenso.

Esta tradición tiene su origen formal en 1274, cuando el papa Gregorio X decidió institucionalizar el encierro como método para evitar presiones externas y acelerar el proceso de designación, luego de que la Iglesia pasara más de dos años sin papa tras la muerte de Clemente IV.

Desde entonces, el aislamiento, el secreto y el voto individual se convirtieron en el corazón del ritual. En palabras del canonista español Rafael Navarro-Valls: “El cónclave es una extraña mezcla de sacralidad, soledad y política eclesial que se expresa en un teatro único: la Capilla Sixtina”.

¿Quién elige al Papa? 

El encargado de elegir al próximo papa es el Colegio Cardenalicio. Actualmente, está compuesto por 252 cardenales, aunque solo 138 tienen derecho a voto por estar por debajo de los 80 años, como establece la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis. Todos son hombres, todos han sido designados por anteriores papas, y todos, en mayor o menor medida, representan alguna línea ideológica dentro de la Iglesia.

Técnicamente, cualquier hombre católico bautizado podría ser elegido papa, pero en la práctica, siempre ha salido de entre los propios cardenales. La elección requiere una mayoría de dos tercios. Si tras 33 votaciones no se alcanza un consenso, solo los dos candidatos con más sufragios en la última ronda pueden ser considerados, y basta entonces una mayoría absoluta.

Este filtro final —establecido desde tiempos de Juan Pablo II— ha evitado los prolongados y conflictivos cónclaves de la Edad Media, cuando la elección de un papa podía tardar meses e incluso derivar en cismas y antipapas.

La votación: secreta y sagrada 

Cada jornada de cónclave contempla hasta cuatro rondas de votación, dos por la mañana y dos por la tarde. Los cardenales reciben papeletas con la frase “Elijo como Sumo Pontífice a…”, escriben el nombre del candidato, doblan la hoja y la depositan en una urna frente al altar de la Capilla Sixtina.

Un grupo de nueve cardenales —elegidos por sorteo— se reparte las tareas: tres escrutadores recogen y cuentan los votos; tres infirmarii llevan la urna a los cardenales enfermos, y tres revisores supervisan todo el proceso para garantizar transparencia interna. No hay cámaras, ni celulares, ni contacto con el exterior. La votación es secreta y sagrada.

Los resultados de cada votación se comunican simbólicamente a través del humo que emana de la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina. El humo negro indica que no hubo acuerdo. El blanco, que ya hay un nuevo papa. La tradición de la fumata data del siglo XIX, y aunque hoy se utilizan productos químicos para garantizar los colores, el mundo entero sigue pendiente de esa pequeña señal de humo.

¿Qué ha pasado en los últimos cónclaves? 

Desde el año 2000, la Iglesia ha vivido tres cónclaves, cada uno con particularidades históricas. El primero, en 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, resultó en la elección del alemán Joseph Ratzinger, Benedicto XVI. Ocho años más tarde, en 2013, Benedicto renunció —una decisión insólita que no se veía desde el siglo XV—, y fue sucedido por Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco.

El cónclave de 2025 se inscribe ahora en una línea de sucesión marcada por giros inesperados y transformaciones profundas. Francisco será recordado como el papa que renunció a la opulencia, que reformó la Curia y que apostó por una Iglesia más inclusiva. El reto para el Colegio Cardenalicio es si seguir esa línea pastoral o girar hacia un perfil más conservador ante las crecientes divisiones internas.

Las reglas del cónclave

El proceso está regido por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, emitida por Juan Pablo II en 1996 y retocada por sus sucesores. Este texto establece no solo el procedimiento, sino también las sanciones para quienes filtren información o intenten influir en la elección.

Está prohibido hacer campañas, negociar cargos a cambio de votos, o recurrir a presiones externas. Cualquier violación a estas normas puede acarrear excomunión. El hermetismo no es un capricho, sino una protección para garantizar que la decisión del nuevo papa esté guiada por la oración y el discernimiento espiritual, no por cálculos políticos o mediáticos.

¿Qué viene después?

Una vez que el nuevo pontífice es elegido y acepta el cargo, se asoma al balcón central de la Basílica de San Pedro para ser presentado al mundo con el histórico anuncio: Habemus Papam.  A partir de ese instante, comienza una nueva etapa en la Iglesia. El nuevo papa deberá asumir el liderazgo espiritual de más de 1.300 millones de católicos, dirigir el Estado Vaticano y enfrentar desafíos globales como el secularismo, los escándalos internos, las tensiones con otras religiones y la necesidad de reformas profundas.

¿Será el próximo papa un líder continuista?  ¿Se consolidará la tendencia de apertura que inició Francisco o se restaurará un estilo más doctrinario? Son cuestiones que solo el cónclave podrá responder. La normativa vigente, contenida en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, indica que este debe iniciarse entre 15 y 20 días después de la muerte del pontífice.

Fuentes: Vatican News, National Geographic, BBC Mundo.

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