febrero 1, 2025
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Un paisaje “Soleado” en la noche de Madrid

Texto y Fotos: Michel Hernández

Soleado es una montaña rusa. Un río que se nutre de las tierras más fecundas hasta llegar al mar. El mar, en este caso, es un océano sonoro que se desborda desde el escenario hacia la noche. El mar también es un viaje. Un recorrido por el folclore español con ritmos radicalmente contemporáneos.  Su música, nunca acabada, bebe de los afluentes de la electrónica, el rock, y el pop sin perder la brújula, es decir sin dejar de lado la base que sostiene este edificio tan sólido en medio del cruce de caminos que identifican la historia de la música española.

La cantante del grupo, Ester Rodríguez asegura que lo suyo se sustenta fundamentalmente del pop. No le falta razón, aunque la música de esta banda va en el camino de ampliar esos límites, ya amplios de origen. Es una lección de cómo se puede ahondar con sutileza en el folclore y provocar entre el público la sensación de que está ante una música nueva, acabada de salir del horno. Lista para servir en los platos más hondos de la experimentación. No todos los grupos tienen ese don, esa fortaleza para crear algo nuevo desde los sonidos de raíz. Soleado lo logra con nota destacada. Lo demostró con su primer disco homónimo que estrenaron este jueves en la sala Galileo Galilei, de Madrid.

Fue un concierto que, si bien no tuvo todo el tiempo el audio a su favor, la banda puso en evidencia que para ellos la música es un lenguaje infinito, lleno de posibilidades, que se expande cuando tiene detrás un grupo de artistas convencidos de que la experimentación y la fusión de culturas es una ruta inherente a la creación, sobre todo cuando se desarrolla con voz propia.

El trabajo de la banda es una obra de artesano. Cada detalle está proyectado con meticulosidad, con esmero, para provocar en el oyente también la expansión de los sentidos. La apertura de las puertas de la percepción, diría Morrison. Es una obra que al mismo tiempo que crece y se expande causa en el público esa misma capacidad de movimiento, de tránsito hacia nuevos parajes sonoros. Lo alcanzan entre otras cosas porque en el núcleo de la banda se dan la mano un grupo de talentos notables de la música española. Su guitarrista y compositor, Juanma Latorre fue fundador de los Vetusta Morla, una de las alineaciones más respetadas del circuito ibérico y Ester ha paseado su magistral voz por distintas agrupaciones hasta aterrizar en tierras de Soleado.

El grupo afinca sus fundamentos en la imbricación de sonidos. Lo hacen con un profundo conocimiento de causa. Para ellos no se trata de tomar de aquí y de allá sin una investigación previa sobre lo que cada ingrediente puede aportarle al producto final. Lo logra además por la contribución de otros músicos integrados al formato de la banda que tienen el genio para tocar diversos instrumentos tradicionales y y que parecen capaces de insuflarle al grupo el propio sonido de las raíces del país que tienen bajo sus pies. Iván Mellén es uno de ellos, un instrumentista esencial dentro de la alineación. El músico y profesor es un infatigable explorador de sonidos y puso en evidencia su conocimiento y destreza para extraer a fondo todas las posibilidades rítmicas a cada instrumento. Con su probada habilidad provocó entre el público el mismo efecto de un encantador de serpientes.

En el concierto desgranaron la mayoría de las canciones de su primer álbum, publicado en el transcurso de este 2024 bajo el sello de la empresa Esmerarte. Son 11 canciones que giran en torno a la esfera del amor, la esperanza, las ensoñaciones más íntimas y los sentimientos que dan forma a la condición humana. En ese universo respira la obra de Soleado. En ese universo gravita una música cuya rampa de lanzamiento es la independencia de espíritu, su sentido rupturista y la vocación por crear siempre algo nuevo que no enfile la mirada hacia a los cánones más establecidos de la industria.

Este disco es un reflejo de la carrera por separado de Juanma y Ester y de una parte de la escena indie española que se mueve al margen de las imposiciones comerciales, con todos los riesgos que ello implica.

Temas como Añoranza, Los amores perros, Los pájaros de tu cabeza y especialmente Todo rima resultan señales muy reconocibles de las bazas para el triunfo que tiene Soleado.

El concierto fue a lleno completo. Los asistentes conocían a fondo a lo que iban y no le quitaron los ojos de encima al grupo en medio de las luces del escenario. El nombre de la banda quizá hable de las intenciones que persiguen sus músicos en este mundo que precisamente no es tan “Soleado”. Si uno se afirma en la comunión que establecen sobre el escenario, en la complicidad, y en la comunicación que consiguen con el público podemos decir que sí, que el sol brilla dentro del cuerpo de estos artistas; sin embargo, las canciones no forman la imagen de ese paisaje “soleado” que por regla tenemos en la cabeza. Son temas que no renuncian a la melancolía, a la nostalgia por la tierra, al desarraigo y a la entrega al amor sin medida con todas las consecuencias que pueda traer de vuelta.

La música del grupo, no obstante, se centra en la esperanza. No se trata de esa esperanza al uso, de su acepción más común, sino de ese clamor vivo de quien ha visto mucho pero aún cree que mañana puede ser un gran día, parafraseando el himno de Serrat.

En el tramo final del concierto presentaron En la plaza, una canción dedicada a la guerra en Gaza y a los miles de muertos del lado palestino. La canción es una metáfora sobre lo que los músicos consideran un genocidio.

Un silencio que helaba la sangre predominó sobre la sala cuando la cantante anunció el estreno del tema. Una bailarina atravesó la noche desde el fondo con la luz de una vela entre las manos. Se desplazó entonando un leve susurro hasta que llegó el escenario y la levedad del sonido se convirtió prácticamente en un grito silencioso. La bailarina se colocó al frente del grupo y fue secundada por Ester y la banda en pleno en uno de los momentos de mayor calado del concierto. Ester habló de los asesinatos, de los niños muertos y de la situación límite que señaló vive el pueblo de Palestina.

Los espectadores estuvieron atentos a cada tema de Soleado durante cerca de dos horas. Algunos pusieron en alto los celulares para testimoniar la puesta de largo del grupo, mientras otros exigieron que siguieran el concierto tras la caída del último tema.

La banda se reunió al frente tras terminar el concierto. Se abrazaron y agradecieron la entrega con la certeza de que tras tres años de grabación han puesto en libertad un disco que no solo resume sus vivencias y su manera de interpretar la música y la realidad circundante, sino que lograron publicar un puñado de canciones que sitúan el folclore español en los reflectores de la contemporaneidad. Y lo lanza, por qué no, hacia el futuro.

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