Foto: Mabel Blanco | Facebook
Texto: Fede Gayardo
El legado del escritor estadounidense, Ernest Hemingway, fue recordado de una manera muy peculiar este fin de semana cuando 18 compatriotas suyos con un impresionante parecido recorrieron varios sitios de La Habana.
Según un reporte de la agencia The Associated Press (AP), los 18 estadounidenses iban “vestidos con bermudas, medias altas, sandalias y coloridas camisas tropicales, tupida barba blanca que enmarca un rostro redondo y rubicundo”.
Uno de las paradas de la ruta fue el legendario bar El Floridita, en La Habana Vieja, espacio donde Hemingway recurría a beber sus daiquirís, cóctel que le ganó a este bar de la capital el slogan de “La cuna del daiquirí”.
Además, los dobles del artista visitaron la Finca Vigía, residencia del escritor desde mediados de 1939 hasta 1960. Allí los visitantes participaron en un juego de pelota con niños de la zona, tradición que comenzó el propio escritor durante su estancia en Cuba.
Uno de los participantes comentó a AP que “Hemingway empezó esto en 1939 para su hijo Gregory, al que llamaban Gigi. Salió por el barrio y entusiasmó a los niños a jugar al béisbol con su hijo y la tradición continuó”.
Los estadounidenses, pertenecientes a la Hemingway Look-Alike Society, acostumbran igualmente a llevar medicinas, regalos y juguetes para los jóvenes del municipio de San Francisco de Paula, donde se encuentra Finca Vigía.
Otro de los visitantes indicó al citado medio que la delegación forma parte de esa sociedad que cada año suele organizar viajes de este tipo con miembros de distintas partes de EE.UU., pero en su mayoría residentes de Florida.
Durante su estancia en Cuba, los dobles del autor de “Por quién doblan las campanas” se hospedan en el hotel Ambos Mundos, otro de los escenarios preferidos por el novelista donde se mantiene la habitación que solía ocupar durante su estancia.
Más adelante, el grupo visitó el poblado costero de Cojímar, lugar donde el escritor se relacionaba con los pescadores y fondeaba su yate Pilar. La localidad conserva además el pequeño muelle que el narrador describió en “El viejo y el mar”.
Durante su estancia en Cuba, Hemingway concluyó “Por quién doblan las campanas” y escribió “A través del río y entre los árboles”, “Islas en el Golfo”, “El jardín del Edén”, “Verano sangriento”, “El viejo y el mar” y “Paris era una fiesta”.
Entre sus gestos de admiración por Cuba, se encuentra su donación del galardón y la medalla de oro del Nobel a la Virgen de la Caridad del Cobre, las cuales estuvieron exhibidas durante años en el santuario de la localidad del Cobre hasta que un intento de robo obligó su traslado al Arzobispado de Santiago.
