Fotos: RL Hevia
Texto: Raúl del Pino
Lo que no pudieron hacer los dobles campeones olímpicos y favoritos Julio César La Cruz y Arlen López, lo hizo un debutante de 24 años en Juegos Olímpicos llamado Erislandy Álvarez.
El superligero cienfueguero no solo sacó del fondo del océano al llamado “buque insignia” del deporte cubano con la única medalla de oro en París, sino que venció de forma convincente al veterano y extraclase francés Sofiane Oumiha, aupado por miles de gargantas que abarrotaron el legendario estadio Roland Garros.
El representante antillano de los 63.5 kilogramos se impuso con decisión divida de los jueces 3-2 en una entretenida pelea, en la que desde el mismo inicio demostró que iba en busca de la revancha por el pasado Campeonato Mundial, donde el púgil galo lo derrotó por 4-1 en la final.
Año y tres meses después de aquel pleito en Taskent, el cubano cambió de estrategia y dominó de forma unánime el primer asalto para sorpresa de muchos que pensaba que el subcampeón de Río 2016 volvería a llevar los hilos del combate.
Con una desventaja importante en este tipo de competiciones a tres rounds, Oumiha no perdió tiempo en salir a emparejar las acciones en la segunda manga, pero su rival no bajo la intensidad y volvió a ganar las boletas de dos de los jueces que lo habían dado vencedor en el primer asalto.
La mesa quedó servida para un tercer y último capítulo, donde el francés necesitaba la venia de los tres jueces que tenían como empate lo acontecido hasta ese momento. Ambos púgiles salieron a gastar los últimos cartuchos después de seis minutos anteriores de pura energía. Los intercambios se sucedieron, pero ninguno de los dos se mostró notablemente superior.
El resultado final dejó mudos a los miles de aficionados que repletaron la legendaria instalación, reformada para las finales del boxeo, y debieron mirar con resignación como el cubano Álvarez celebraba bailando y dando volteretas sobre el ring.
(Noticia en construcción)
