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Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Como resulta habitual en Cuba, un pueblo “novelero” por excelencia, el dramatizado que en las noches de lunes, miércoles y viernes transmite Cubavisión viene generando no pocas polémicas. Foros de discusión en redes sociales, diálogos entre vecinas de balcón a balcón y tertulias en centros laborales ha provocado Renacer, el culebrón de turno que, muy a pesar de las expectativas que ha levantado, no termina de convencer.
Con guion de Yoel Monzón y dirección de Heiking Hernández —ninguno de los dos, neófitos en el género—, la producción televisiva de 90 capítulos tiene como columna vertebral la historia de Aitana, una joven que huye de una relación violenta y avasalladora, y lo deja todo, incluso su hijo. Desde ese momento, la protagonista, interpretada con tino por Eileen Acosta, comienza a “renacer” en un nuevo lugar, a crecer como persona y a intentar recuperar la custodia del niño.
Contado así, no habría nada que reprocharle a este seriado de la televisión cubana, excepto los niveles de sumisión extremos que debió soportar en los primeros capítulos el personaje de Aitana, una mujer más vituperada por su marido que la mítica Teresa de Deisy Granados. Es como si la obra se hubiera rodado en aquel lejano 1979 y no ayer mismo, con tantas décadas de feminismo militante.
Pero la telenovela no tiene que reflejar estrictamente la realidad, es cierto, lo que tiene que ser es verosímil. Y Renacer, con situaciones y diálogos endebles y el desigual nivel de las actuaciones, pareciera que no lo consigue del todo, si nos adentramos en los cientos de comentarios de grupos de Facebook enfocados en esta entrega.
Convincentes resultan Alejandro Cuervo en el rol del esposo traidor y posesivo; la mala “malísima” de Belissa Cruz; las siempre atinadas Yazmín Gómez y Ana Gloria Bouden, y hasta la revelación que ha sido el joven Alejandro Guerrero en la piel de Liam, el hijo “mala cabeza” de Sofía.
Otros, sin embargo, deslucen el concierto general de la telenovela: Andros Perugorría, por ejemplo, que muestra a ratos a un Fabián desangelado y sin muchas pintas de galán; o Daniela Valdés, inexpresiva en ocasiones y, en otras, completamente fuera de tono; o la pareja compuesta por Gía (Yeissy Valdéz) y César (Reytel Oro), un binomio que demuestra tan poca química en pantalla que nadie se explica cómo es posible que se vayan a casar.
Aunque arrancó a todo tren con un primer capítulo impactante, el seriado se ha venido diluyendo en tramas y subtramas que no siempre resultan creíbles, sobre todo por la insistencia del guion en poner a la mujer en situaciones de desventaja: maltratada por el marido, menospreciada por el hombre que está enamorado de otra, completamente subordinada a las decisiones del novio…
Acierta, eso sí, en revelar una parte de la sociedad cubana casi siempre silenciada en el discurso oficial: el emergente sector de elevados ingresos, en contraposición con la servidumbre. Porque justamente eso son Sofía, Aitana/Odette y Roxana en la casa de Fabián: domésticas, ciudadanas de menor rango, las criadas de toda la vida.
Ese pudiera ser, hasta ahora, el único elemento de crítica social que revela la telenovela; por lo demás, bastante romantizado gracias al enamoramiento de Aitana y Fabián o la amistad que este mantiene con Sofía. El propio guionista lo confesó en la prensa nacional, que su propósito no era reflejar los problemas actuales del cubano, sino ajustarse más a los códigos del melodrama.
Inspirada en el filme norteamericano Kramer contra Kramer, Renacer estimula también el debate en torno a un tema muy sensible y escasamente abordado en la pequeña pantalla de la isla: la lidia por la custodia de un niño; un asunto que tiene mucha tela por donde cortar. Está por ver si los creadores de este culebrón saben hilvanar la historia hasta el capítulo 90 sin que se noten demasiado las costuras.
