Foto: RL Hevia
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
El 2024 ha terminado para los cubanos sin una sola buena noticia, con apagones de hasta 16 horas diarias en las zonas central y oriental del país y precios que continúan en alza pese a las promesas gubernamentales de controlar la inflación; una realidad que mantiene a la mayor parte de la población en la incertidumbre, por más que los medios intenten “dorar la píldora” con resúmenes de fin de año donde todo avanza y/o se consolida.
Hasta el entusiasmo oficial ha rebajado el tono en este diciembre, cuando los dirigentes y funcionarios a todos los niveles han tenido que hacer maromas con el lenguaje en sus tradicionales discursos de conclusiones en los actos y reuniones que se siguen convocando.
La gente de a pie va a esos actos y reuniones por convicción, por disciplina o para no «marcarse», según sea el caso, y regresan a sus hogares a lidiar con la falta de corriente, de agua, de gas, de comida, de insumos médicos…
En la más reciente sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, por ejemplo, se anunciaron cambios que, en lugar de sosiego, provacan desconcierto: la eliminación de los subsidios a la canasta básica, aunque luego una nota aseguraba que están garantizadas para el 2025 las libretas de abastecimiento; la dolarización parcial de una economía que lleva décadas en una relación de amor-odio con las divisas extranjeras; el aumento de las tarifas a la navegación en Internet, porque les parecen baratas las que están vigentes.
No dicen cuándo, ni cómo se implementarán las medidas anunciadas, pero se molestan cuando la gente luego, intentando llenar esos vacíos informativos, se inventa plazos, tasas de cambio flotante, tarifas, nuevos precios…
El desencanto de la gente que queda en Cuba resulta más obvio aún en fechas señaladas, cuando las familias se reúnen para festejar y hay tantos puestos vacantes en las mesas de la cena; una ausencia que se compensa con videollamadas y remesas y chats de WhatsApp, pero no se llena del todo.
De hecho, lo único seguro para 2025 en Cuba son los planes de emigrar de tantos miles de cubanos que, de todas las edades y todos los estratos sociales, buscan las vías y los medios para cumplir el sueño de irse del país.
Ahí están, para probarlo, las colas kilométricas frente a la Embajada de España, los grupos creados en redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea para facilitar las travesías hacia Uruguay, Brasil, Colombia…, el desasosiego que en buena parte de la población ha suscitado la amenaza de Trump de suspender el parole humanitario y devolver a los inmigrantes que han entrado en esta ola reciente.
Quizás porque en Cuba ni los jefes, ni los funcionarios, ni los periodistas, ni los más radicales defensores de la “resistencia creativa” lo tienen demasiado claro, los medios este fin de año han evitado ponerle cámaras y micrófonos a la opinión de la gente, un pueblo que ni descansar puede por los apagones y que ha llegado al 2025 a duras penas.